COLOMBIA: LA CASA DEL CINE
El sótano de la Casa del cine estaba oscuro y olía a polvo y a orines de gato. Caminábamos entre estanterías temblorosas, atiborradas con cajas de libros, latas de películas y grandes ceniceros blancos, cuando el Susy gritó:
—¡Algo me agarró del codo!
—Debe ser el fantasma de los Di Doménico —le respondí, pero al Susy no le hizo gracia.
Dos familias son esenciales en las primeras décadas del cine colombiano: los
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Di Doménico y los
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Acevedo. Los Di Doménico, como muchos de los primeros empresarios y cineastas de Iberoamérica, fueron una familia de emigrantes italianos que se encontró con un negocio en el que no había competencia. Desde 1909, los Di Doménico fueron importadores, distribuidores y exhibidores, y produjeron los noticieros Sicla-Journal, que pasaban al comienzo de las funciones. El Gran Salón Olympia, la sala que inauguraron en Bogotá en el año 1912, fue la más grande del país y una de las más grandes del continente. En 1915, los hermanos Vincenzo y Francesco Di Doménico realizaron el primer largometraje colombiano, El drama del 15 de octubre.
El trabajo de la familia Acevedo por un cine nacional abarca de 1920 a 1955. Los Acevedo realizaron largometrajes en Bogotá y Medellín, produjeron el Noticiero Nacional desde 1924, hicieron la primera animación del cine colombiano en 1933 para uno de esos noticieros y, en 1937, crearon con
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Carlos Schroeder un sistema nacional de cine con sonido sincrónico (que presentaron en una amarga nota audiovisual:
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Los primeros ensayos de cine parlante nacional. Durante 35 años, la familia Acevedo filmó, reveló y editó más de tres millones de pies de película.
La Casa del cine queda en Bogotá, en la calle 35 n.o 4-89. La mansión está construida con los mismos ladrillos de las casas Tudor que abundan en el barrio La Merced, pero tiene un estilo de mediados del siglo XX que es diferente al de las demás. En la década de los setenta, el gobierno compró la casa n.o 4-89 y la convirtió en la sede de Focine, la Compañía de Fomento Cinematográfico. Tras su liquidación, esa mansión que ocupa una esquina frente al Parque Nacional fue una bodega en la que se acumuló el polvo y las pulgas, donde se arrumaban muebles viejos y cajas con libros que Focine coeditó. Por varios años, la casa fue un territorio donde los mausoleos de muebles cojos eran el imperio de gatos callejeros, y los libros se pudrían en sus sarcófagos. Antes del nacimiento y del entierro de Focine, la Casa del cine fue construida para un general que emplazó su residencia en una esquina estratégica: en un terreno elevado, con varias salidas, con vista al parque, al paso de los autos y a la calle peatonal. La casa se construyó con muchas habitaciones y recovecos, con un balcón que la rodeaba y que, aunque es limpio y carece de muro, recuerda el camino de ronda de las murallas. La mansión primero fue un laberinto fortificado y luego un camposanto en el que abandonaron al cine colombiano.
En el año 1978, los colombianos crearon la primera institución del gobierno central dedicada al fomento del cine 9En 1971 se creó la más antigua institución pública de apoyo al cine colombiano: la Cinemateca de Bogotá, pero esta organización no depende del gobierno central sino de la Alcaldía Mayor de Bogotá.. El Decreto 1244 fundó una sociedad entre entidades públicas para la ejecución de políticas cinematográficas y para el recaudo de recursos destinados al cine: la Compañía de Fomento Cinematográfico (Focine), un órgano adscrito al Ministerio de Comunicaciones. Entre 1978 y 1992, Focine produjo 45 largometrajes de ficción, 84 mediometrajes 10Cortometrajes de 24 minutos destinados a la televisión. y 64 documentales; entregó becas a cineastas, realizó talleres con maestros como
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José Luis Borau,
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Michael Ballhaus,
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Néstor Almendros, Barbet Schroeder y
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Jorge Goldenberg, entre otros; publicó libros y patrocinó festivales de cine. A comienzos de los años noventa, Focine fue liquidada por el presidente
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en consonancia con la aplicación de políticas neoliberales en todo el continente, pero la tarea de acabar con esta entidad empezó con el incumplimiento de pagos por parte de los exhibidores y con la extinción, en 1991, del recaudo con destinación específica al cine colombiano, conocido como el Sobreprecio. El final de Focine empezó con la rapiña de unos pocos cinematografistas voraces, con la desidia de los gobernantes y con la recurrente torpeza de gerentes incapaces (19 gerentes en 14 años, y solo dos tenían experiencia o formación en temas cinematográficos:
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Isadora de Norden y
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María Emma Mejía). A Focine lo mató una gavilla de asesinos a la que se unió el narcotráfico en 1990.
Cineastas como
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Víctor Gaviria recuerdan con agradecimiento el trabajo de Focine: Gaviria habla especialmente bien de la gerencia de María Emma Mejía y de sus concursos de mediometrajes para televisión, que le permitieron hacer dos cortos fundamentales en su filmografía y en la historia del cine nacional: Los músicos (1986) y Los habitantes de la noche (1984). Focine también financió su ópera prima:
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Rodrigo D. No futuro (1990), la primera película colombiana en participar en la competencia oficial del Festival Internacional de Cine de Cannes, y que representa una estética que han tenido otras brillantes películas en el continente: el realismo sucio. Unos años antes, otra película de Focine había llegado a Cannes, la primera película colombiana en estar en este encuentro y que hizo parte de la Quincena de los realizadores:
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Cóndores no entierran todos los días (1984), de
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Francisco Norden, otra gran cinta.
Entre los aciertos de Focine estuvieron todas las películas producidas, todas: esas cintas a veces son muestras de talento, a veces son ejemplos del oportunismo o del desgreño, pero todas aportaron a la construcción de un cine nacional. También fueron grandes aciertos las becas y los talleres de formación, los concursos y los mediometrajes para televisión con los que Focine descubrió que un mismo lenguaje podía compartir pantallas y recursos. Entre los muchos errores estuvo el de ignorar la cadena de valor del cine (las etapas necesarias para que un filme exista, se exhiba y se preserve) y el convertirse en propietario de las películas que apoyaba.